Es el proyecto argentífero más grande del Perú y uno de los pocos con licencia social. Corani, de la canadiense Bear Creek, tiene lo principal para salir adelante: vastas reservas (una de las primeras a nivel mundial entre las minas de plata) y el apoyo de las comunidades vecinas: Chacaconiza y Quelcaya, en Puno.
No obstante, su construcción se ve dilatada por un problema común a todas las empresas mineras: la falta de dinero, que en el caso de compañías junior como Bear Creek es particularmente apremiante.
La canadiense necesita US$700 millones para construir Corani, cifra difícil de recaudar en el presente contexto de bajos precios de los metales. Sin embargo, confía en que podrá hacerlo antes del cuarto trimestre del 2016. Pero, ¿cómo los conseguirá?
La minera ve factible una alianza con proveedores mineros, recurso de financiamiento sui géneris que implica la inversión en equipos por parte de estos, a cambio de una participación en la producción futura de la mina.
De conseguirlo, Bear Creek pondrá en marcha la mina de plata más grande del país, con una producción anual de trece millones de onzas de plata equivalentes (con créditos de zinc y plomo) en promedio.